ADAPTACIÓN DEL CUENTO TODA CLASE DE PIELES
En un país llamado Ilusión, había un magnífico palacio en el que vivía el rey Lágrima y la reina Sonrisa. Esta era bellísima pues tenía una larga cabellera que era la envidia de todo el reino.
Tanto el rey como la reina habían decidido meses atrás dar descendencia al trono, pero por más que lo intentaban no lo conseguían. Después de dos años, la reina logró al fin quedarse embarazada. Pasados los nueve meses, Alma nació. Sus padres estaban como locos cuidando todo al detalle para que no le faltase nunca nada. Cuando Alma cumplió los 18 años, los reyes le dijeron que tendría que encontrar a su príncipe; tenía que ser el chico más guapo de todo el reino. Alma no estaba muy convencida de dar ese paso tan grande, así que le propuso a sus padres que ella se casaría cuando ellos le regalasen un traje tan dorado como el sol. Alma sabía que eso era imposible y que sus padres se darían por vencidos. Pero el rey Lágrima llamó a una de las mejores costureras del reino y, pasados seis meses, el traje ya estaba en palacio. El rey llamó a su hija y le hizo entrega del precioso vestido tan dorado como el sol. Alma, tenía otra idea mejor. Le pidió a sus padres un ramo de todo tipo de flores que pudiesen existir. Ella estaba segura que esto sí que no lo podrían conseguir, pues las flores sin agua se marchitan día tras día. Pero los floristas del palacio le hicieron un hermoso ramo que le duraría toda la vida si encontraba a su príncipe.
Cuando vio el ramo con todo tipo de flores decidió irse de casa, pues si no lo hacía, tendría que casarse y ella no quería. Así que, cogió el vestido tan dorado como el sol, el ramo de todo tipo de flores y el anillo de su madre.
Mientras andaba hacia su nuevo destino, Alma pensaba sobre la promesa que le había hecho a sus padres. Al cabo de un buen rato, se adentró en una preciosa cueva y allí decidió dormir. Dos horas después, un bellísimo joven la despertó. Ella se asustó porque no le conocía. Pero poco tiempo después y tras haber hablado mucho, el joven le confesó que era un príncipe y le ofreció trabajar en el vivero de su palacio. Cinco días después, el joven príncipe cumplía años y, como en todas las anteriores celebraciones, se realizaba una fiesta por todo lo alto.
Alma habló con su jefe para que le dejase ir a la fiesta. El jefe aceptó pero le dijo que tenía que volver pronto pues tenía que preparar un regalo de cumpleaños para el príncipe. La princesa, muy contenta, corrió a su habitación para ponerse el vestido tan dorado como el sol y el anillo de su madre. Cuando ya estaba arreglada, bajo al salón y allí estaba el príncipe. El príncipe sintió algo especial y fue directamente a bailar con ella. Al cabo de un rato, la princesa se marchó, ya que, tal y como le había prometido a su jefe, debía volver lo antes posible.
La joven preparó un ramo de doce rosas en las que incluyó el precioso anillo de su madre. Se lo llevó al príncipe y éste empalideció, pues nunca jamás había visto rosas tan hermosas como ésas. Alma sentía miedo, pues no quería que el príncipe descubriese quién era... pero una de las preciosas rosas se cayó, dejando al descubierto el anillo. Al príncipe le sonaba ese anillo, estaba seguro de que lo había visto en alguna otra ocasión. Amor, que así es como se llamaba el príncipe, le preguntó a Alma si era ella la que llevaba el vestido tan dorado como el sol. La princesa afirmó, el príncipe la abrazó y le confesó que quería pasar el resto de su vida con ella.
Al año siguiente la princesa Alma y el príncipe Amor celebraron su magnífica boda y tuvieron Almitos y Amorcitos. El rey Lágrima y la reina Sonrisa por fin pudieron celebrar la boda de su hija.
Y… colorín colorado este cuento se ha acabado.
Muy bien. Te has comido alguno de los pasos del viaje iniciático pero está muy bonito.
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